Entre las onomásticas de hoy encontramos dos muy especiales en nuestra profesión, Santa Lucía y muy particularmente Santa Otilia.
Me hubiera gustado aún por difícil que fuere brindaros una breve introducción histórica a dicho personaje, aunque me ha sido mucho más sencillo y esclarecedor acudir a unos textos de mi buen amigo y colega el Dr. Rafael José Pérez-Cambrodí, doctor en Optometría y Ciencias de la Visión, y licenciado en Historia. El texto fue publicado en reseñas históricas de la Universidad de Alicante.
Espero que os guste y enriquezca tanto como lo ha hecho conmigo.
Introducción
El martirologio romano relaciona a Santa Otilia, Santa Clara y Santa Lucía con la curación milagrosa de enfermedades de los ojos. Santa Lucía, patrona también de los oftalmólogos, es la más conocida en nuestro entorno, sin embargo, Santa Otilia, patrona también de los ópticos-optometristas, es venerada con mayor profusión en la Europa continental. Su historia, a caballo entre la evidencia proporcionada por los documentos históricos y las leyendas sembradas y difundidas durante la Alta Edad Media en la Europa occidental, merece la pena ser contada por ser bagaje imprescindible en el imaginario colectivo de nuestra profesión.
La historia de Santa Otilia, entre la realidad y la leyenda
Otilia u Odilia fue hija primogénita del duque alsaciano Adalrico, pagano recién convertido al cristianismo y su esposa Beresbinda. Nació ciega, en la segunda mitad del siglo VII d.C , y por este motivo fue repudiada por su padre. Fue salvada de la muerte al ser entregada por su madre al monasterio de Balma, identificado según diferentes historiadores como el de Beaume-les-Dames (cerca de Besançon) o el de Moyenmoutier. Allí fue bautizada a los 12 años por el obispo San Erardo (Erhard de Regensbug), acontecimiento que, según la leyenda, motivó que recuperara la visión al tocar sus ojos con los santos óleos. Fue por ello llamada Otilia, que significa “hija de la luz”.
Años después, su hermano pequeño Hugo conoció su historia y la llevó de vuelta al hogar paterno. Sin embargo, su padre, preso de un arrebato de ira, mató a su hermano y obligó a Otilia a vivir con los sirvientes de su castillo. Al alcanzar la juventud, su padre decidió prometerla en matrimonio lo que provocó que Otilia, que había jurado los votos monásticos en secreto, huyera y se refugiara en un monte de la Selva Negra. Allí construyó un altar del que brotó un manantial que pronto atrajo a multitud de peregrinos, ya que se decía que curaba las enfermedades de los ojos. Su fama se extendió rápidamente y llegó a oídos de su padre que viajó en su busca para convencerse al fin de su santidad. Por ello le regaló el castillo de Hohenburg (hoy conocido como Odilienberg o Mont Saint Odile) para transformarlo en un monasterio del que Otilia sería primera abadesa y que se regiría por la orden benedictina. Junto al monasterio fundó un hospital y la iglesia de San Juan Bautista, templo donde falleció el 13 de diciembre del año 720 d.C. y donde se conserva y venera su cuerpo (Figura 1).
Figura 1: Iglesia de San Juan Bautista, templo donde falleció el 13 de diciembre del año 720 d.C. y donde se conserva y venera su cuerpo
Los primeros documentos en los que se evidencia el culto a Santa Otilia datan del siglo IX d.C. Su iconografía incluye el hábito de abadesa benedictino y un libro en la mano (Sagradas Escrituras o Regla benedictina) sobre el que descansan dos ojos (Figura 2), a semejanza de la bandeja de Santa Lucía. Fue canonizada el 17 de diciembre de 1050 por el papa León IX y el papa Pío XII la nombró patrona de Alsacia en 1946 (otros autores dicen que ya lo era desde 1807), donde hoy se la venera, como también en Alemania, como patrona de los enfermos de la vista.
Figura 2: Iconografía de Santa Otilia; incluye el hábito de abadesa benedictino y un libro en la mano (Sagradas Escrituras o Regla benedictina) sobre el que descansan dos ojos.
La congregación benedictina de Santa Otilia fue fundada en el siglo XIX por el monje Andreas Amrheim y aprobada por el papa León XIII en junio de 1884; son actualmente los misioneros y misioneras de Santa Otilia que en España erigieron en el año 2001 el monasterio de San Salvador del Monte Irago en Rabanal del Camino (Camino de Santiago-León).