Los dispositivos electrónicos se han hecho compañeros inseparables de los pequeños. Pero pasarse el día pegados al móvil, a la tablet o al ordenador puede acarrear fatiga ocular, dolor de cabeza y bajo rendimiento escolar.
Gran parte de la diversión de los niños se la lleva una pantalla. Pero jugar con la tableta o el ordenador y ver series en la televisión todos los días durante horas empieza a pasar factura en la salud visual desde la infancia. Si su hijo tiene buena visión pero está entre los usuarios diarios de dispositivos móviles, no se confíe: ver bien no significa tener buen rendimiento visual. La exposición prolongada delante de videoterminales se convierte en un factor de riesgo para la visión de los más pequeños, como confirma un estudio realizado por investigadores del Hospital Hippokratio, en Tesalónica (Grecia). Y eso puede derivar en fatiga ocular, sequedad, enrojecimiento, lagrimeo, dolor de cabeza, somnolencia y mayor predisposición a padecer o aumentar la miopía.
Al leer en los videoterminales, ambos ojos se mueven a la vez dando pequeños saltos, llamados movimientos sacádicos a fin de agrupar las palabras, y con los movimientos de seguimiento se debe enfocar para ver nítido a 30 centímetros de distancia. Pero, aunque parezca fácil, los músculos oculares no funcionan igual en todos los niños. Con frecuencia, el lector lento, salta de línea con facilidad, y pueden originarse problemas de aprendizaje por no estar bien corregidos o entrenados los ojos.
Para prevenir que el uso de consolas, tabletas o teléfonos móviles merme el rendimiento de los niños a causa de una hipermetropía o un problema de visión binocular, es conveniente corregir los errores habituales al engancharse a las pantallas, como hacerlo con poca iluminación, a distancias muy cercanas, sin descansos para enfocar en visión de lejos para resetear la acomodación y con malas posturas.
Un factor determinante en el deterioro visual es la radiación de luz azul (la luz visible más cercana a la ultravioleta que despiden estas pantallas), cuya longitud de onda genera oxidación o envejecimiento prematuro de la retina cuando la exposición es prolongada. A diferencia de las de los adultos, las retinas de los niños son muy transparentes y no poseen filtros para minimizar la radiación, algo que se puede prevenir con el tratamiento de los cristales de gafas o protectores de pantallas según el tipo de actividad.