Los optometristas comportamentales tienen una visión completa del paciente y miden otras habilidades visuales relacionadas con la ambliopía (ojo vago), la falta de retención de la memoria, las implicaciones visuales de la dislexia o la vista cansada, así como el estrabismo y problemas binoculares, refractivos, oculomotores, de lenguaje o de atención, en su vertiente visual.
La solución no siempre pasa por unas gafas o lentes de contacto, sino que a veces se puede corregir o mejorar a través de una terapia visual que integre el sistema visual con otros sistemas corporales. De esa forma se ejercitan los ojos para que trabajen en equipo sin importar tanto la cantidad de la visión como la calidad, hay niños que ven al 100% pero presentan déficit de atención. En este sentido, el rendimiento que se consigue es más efectivo.
Entre los beneficios que la Optometría Comportamental destacamos:
- Adquisición de mayores competencias en los deportistas.
- Reducir las dificultades de atención de los niños desde la infancia.
- Corregir alteraciones visuales tras enfermedad o accidente.
- Limitar la pérdida de habilidades visuales en la población adulta.